La evolución del tipo de cambio y el Covid-19

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Para nuestra mala fortuna las variables económicas dependen actualmente de la evolución de la pandemia del Covid-19 y, por supuesto, el tipo de cambio está en el primer lugar de la fila. Previo al inicio del confinamiento y al paro de la actividad económica en nuestro país, el tipo de cambio mostraba una marcada tendencia a la baja y alcanzó los $18.50 el 17 de febrero, en ese momento era el precio más bajo de los últimos 20 meses. Debido a este comportamiento la mayoría de los analistas aseguraban que el tipo de cambio se dirigía hacia los $17.50, pero la tendencia cambió tres días después.

A partir del 20 de febrero empezó la incertidumbre mundial asociada al incremento acelerado del número de contagios de Covid-19 en Europa y Estados Unidos provocando la aversión al riesgo entre los inversionistas y el consecuente incremento en el precio del billete verde que no paró hasta alcanzar los $25.76 el 6 de abril, lo cual representó una depreciación del 40% de la moneda nacional. En la teoría macroeconómica este comportamiento se conoce como la sobrerreacción del tipo de cambio (Exchange rate overshooting). De manera simultánea, los inversionistas se refugiaron en el dólar el cual se apreció 8.4% frente a las monedas más importantes del mundo (véase el gráfico).

En pleno confinamiento y prácticamente sin actividad económica en gran parte del mundo, el tipo de cambio entró en una fase de relativa calma, se movía en el rango entre los 23.35 y los 25 pesos por dólar. El 18 de mayo fue un punto de inflexión porque inició una marcada tendencia bajista que terminó el 8 de junio cuando el tipo de cambio alcanzó los $21.46, el precio más bajo desde el inicio de la pandemia. Si calculamos la apreciación cambiaria del punto más alto a este último, tenemos un resultado del 16.8%, el peso recuperaba algo de lo perdido. Esta disminución estuvo asociada con la reapertura gradual de la actividad económica mundial, el regreso del apetito por el riesgo de los inversionistas, una caída en la volatilidad del mercado y la política monetaria no convencional de la Reserva Federal que indujo la depreciación del dólar. Las monedas más beneficiadas fueron las de los países emergentes, siempre el peso mexicano en primer lugar.

En los siguientes 20 días de junio el tipo de cambio sufrió otra depreciación, ahora del 8.3% cuyo precio máximo fue de 23.23 pesos por dólar. Del 30 de junio al 17 de septiembre la moneda nacional se apreció 10% frente al billete verde, cuyo precio descendió hasta los $20.84 y hasta el día de hoy representa el precio más bajo desde el pasado 11 de marzo. Este comportamiento estuvo asociado a los mismos factores mencionados en el párrafo anterior.  

Justo después del grito de independencia, Europa publicó datos que confirmaron el constante incremento en los contagios desde la reapertura de la actividad económica que están alcanzando los niveles de abril, punto más alto de la pandemia y el confinamiento. Esto provocó un fuerte incremento de la incertidumbre y regresó la aversión al riesgo de los inversionistas, la fuga de capitales generó una depreciación del 9%, el tipo de cambio pasó de los $21.83 a los $22.70 el 24 de septiembre. Al momento de escribir esta columna, el tipo de cambio se ubica en los $22, un buen inicio de mes para nuestra moneda.

En total, el tipo de cambio se ha apreciado 14.6% desde el máximo nivel alcanzado durante el confinamiento hasta el día de hoy. Sin duda ha sido de gran ayuda para el peso la política monetaria expansiva de la Reserva Federal y los millonarios estímulos fiscales a empresas y familias, factores que han conducido al dólar a experimentar una depreciación del 9% durante el mismo periodo. Aquí, Banco de México continua con los recortes a la tasa de interés objetivo, cuyo nivel actual es del 4.25%, es decir, una disminución de 400 puntos base desde el 15 de agosto del 2019.

Pronosticar el comportamiento del tipo de cambio se ha convertido en una difícil tarea, mientras la pandemia continúe presente seguiremos inmersos en un entorno de inestabilidad, incertidumbre y volatilidad.

cDr. Luis Alberto Bravo Pérez

Twitter: @IMacroeconomica

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