PEMEX: En terapia intensiva

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A poco más de ocho décadas de que fue expropiada la industria petrolera en nuestro país, cuyo control estaba en poder de compañías inglesas y estadounidenses, el petróleo sigue siendo un bien estratégico, principalmente para cuestiones comerciales y para las finanzas públicas. En la década de los setenta, el petróleo fue el motor de crecimiento de la economía gracias a una espectacular subida en los precios internacionales del llamado “oro negro”, situación que fue aprovechada por los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo. Desde entonces, la participación del petróleo en el crecimiento se ha reducido.

El peor empresario del mundo se llama Estado, las empresas que están a su cargo las vuelve ineficientes e improductivas. Pemex ha sufrido al menos 30 años de pésimas administraciones de los diferentes gobiernos, sin importar el partido, color o ideología. El problema le puede estallar al actual presidente que, si bien es el menos culpable de lo ocurrido en el pasado, las políticas que está implementando tampoco ayudarán a mejorar la situación actual de la paraestatal, por el contrario, la empeorarán, pero esto lo discutiremos en la próxima columna.

Una empresa privada común genera costos y produce ingresos, las utilidades que obtiene, en parte, las utiliza para reinvertirlas en sus diversos proyectos de inversión con el firme objetivo de crecer y estar a la vanguardia. Pemex como empresa del Estado tiene un problema mayúsculo, la mayor parte de las utilidades generadas van directamente a las finanzas públicas por concepto de impuestos, es decir, la empresa no tiene la capacidad para reinvertir la cantidad suficiente de dinero para poder llevar a cabo y cumplir con sus proyectos de inversión. Con el paso del tiempo la paraestatal se ha atrasado en cuestiones tecnológicas, se ha convertido en una empresa ineficiente y poco rentable. Por ejemplo, en el área de refinación Pemex ha presentado pérdidas en los últimos 25 años y la producción se ha reducido a la mitad, de 3.4 a 1.7 millones de barriles diarios en los últimos 15 años.

Cada año el Gobierno Federal le otorga una partida a Pemex, pero esta siempre resulta insuficiente. ¿Qué hace la paraestatal al respecto? Recurre al mercado bursátil y emite diferentes tipos de bonos para hacerse de recursos extraordinarios y llevar a cabo sus proyectos de inversión. Estos bonos no son otra cosa más que una simple emisión de deuda contraída a diferentes horizontes temporales otorgando un rendimiento atractivo para el tenedor. Esta práctica es normal, el gobierno federal también lo hace a través los CETES, por ejemplo. La idea de la emisión de deuda es pagarla por medio de las utilidades acumuladas en la fecha de vencimiento, pero si a Pemex le quitan las pocas o muchas utilidades que genera, se produce una espiral de endeudamiento. La deuda actual de Pemex en bonos es de 83 mil millones de dólares.

De acuerdo con Bloomberg, Pemex es la empresa petrolera más endeuda del mundo, sus activos ascienden a 107 mil millones de dólares, aproximadamente; mientras su deuda financiera ronda los 104 mil millones de dólares. En palabras sencillas, la paraestatal tiene una deuda que incluye el 97% de sus activos. Por si esto no fuera suficiente, con base en datos de la Bolsa Mexicana de Valores, Pemex tiene que liquidar cerca de 30 mil millones de dólares en bonos para los próximos tres años, 2019, 2020 y 2021. Además, para el periodo 2022-2029 tendrá que liquidar una deuda de 45 mil millones de dólares. La situación empeora porque Pemex reportó pérdidas por 280 y 148 mil millones de pesos para el año 2017 y 2018, respectivamente.

Debido a todo lo anterior, Finch Ratings-México disminuyó la calificación crediticia a Pemex de “estable” a “negativa”, pasando de una calificación ‘BBB’+ a ‘BBB-‘ en las notas de “escala internacional moneda local y extranjera”, así como en “escala internacional a bonos internacionales en moneda local y extranjera”. Esta calificación quiere decir que existe un riesgo moderado de incumplimiento y que los cambios en las condiciones económicas tienen altas probabilidades de afectar la capacidad de pago oportuno.

En relación con el perfil crediticio individual, es decir, sin apoyo del gobierno, la calificación disminuyó de ‘B’- a ‘CCC’, la cual es considerada por los inversionistas como “bonos basura”. Esta disminución no es producto de una campaña en contra de la Nueva Administración, se realiza con base en los números que presenta Pemex. Cabe señalar que en el rubro de “escala internacional de largo plazo” la calificación crediticia mejoró pasando de ‘AA(mex)’ a ‘AAA(mex)’ que es la máxima calificación asignada por Finch Ratings.

¿Cuál es el peligro del endeudamiento? El principal problema, querido lector, es que en algún momento la deuda de Pemex sea impagable y se la traslade al gobierno federal, lo que comprometería severamente las finanzas públicas. La mala noticias es que las finanzas públicas se nutren principalmente de nuestros impuestos, así que seríamos nosotros los que tendríamos que pagar por las malas administraciones que han pasado y seguirán pasando por la petrolera mexicana.

La solución es muy sencilla y apunta hacia dos caminos: primero, realizar una VERDADERA reforma fiscal con el objetivo de cobrarle menos impuestos a Pemex y que las finanzas públicas dependan cada vez en menor medida de los ingresos petroleros y la paraestatal pueda reinvertir sus propias utilidades. Segundo, privatizar Pemex.

¿Qué haría usted, querido lector?

Dr. Luis Alberto Bravo Pérez

Twitter: @luisbeto8

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