¿Qué pasa con la inflación?

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El primer semestre del 2021 se ha terminado y seguimos arrastrando los estragos de la pandemia en la mayoría de las variables macroeconómicas cuyos comportamientos atípicos y en algunos casos explosivos la política económica no ha sido capaz de estabilizar, pero con algunos pronósticos alentadores de cara al segundo semestre de este año y para el 2023.

Una variable que ha estado en el centro de la discusión es la inflación. Ya se habrá dado cuenta estimado lector el incremento desproporcionado de los precios en estos primeros seis meses del año, productos que han subido hasta un 40% y que sin duda afectan nuestro poder adquisitivo de una manera importante. Hasta la primera quincena de junio INEGI reporta una inflación anual de 6.02%, muy por encima de la meta de Banco de México (Banxico) del 3%. La mayoría de los efectos sobre los precios provienen del lado de la oferta como el aumento en los precios del petróleo y de las materias primas que durante el confinamiento de abril, mayo y junio del 2020 sufrieron fuertes disminuciones. Sumado a lo anterior, tenemos los planes de emergencia de los Estados Unidos que han inyectado alrededor de 6 billones de dólares a su economía para paliar los efectos de la pandemia.

Debido al fuerte incremento del circulante monetario Estados Unidos reporta una inflación anual para mayo de 5%, la más alta desde el 2008, tomando en consideración que la Reserva Federal (FED) tiene una meta del 2% en promedio. Estos paquetes de emergencia del gobierno norteamericano han sido de gran ayuda para muchas familias en México a través de las remesas, pero también han significado un aumento del dinero en circulación en nuestro país presionando los precios al laza.

Desde el inicio de la pandemia la política monetaria de la mayor parte de los bancos centrales a nivel mundial entró en un proceso de disminución de tasas de interés con el objetivo de atenuar el ciclo económico, el problema de llevar a cabo este tipo de política monetaria es el incremento del circulante monetario congruente con el recorte en las tasas lo cual provoca un incremento en la demanda agregada (consumo e inversión privada) y termina por elevar la inflación. Para Milton Friedman y los monetaristas la inflación es un fenómeno estrictamente monetario y justamente lo estamos experimentando en estos momentos.

¿Cómo deben reaccionar los bancos centrales al respecto de los incrementos en la inflación? Cabe mencionar que en los procesos de recuperación económica no es necesariamente malo un incremento en los precios, aunque sin llegar a niveles fuera de contexto. La política monetaria no reacciona por la inflación actual, lo hace cuando ésta contamina las expectativas de inflación de mediano plazo porque puede iniciar un proceso de desanclaje de las expectativas respecto de su meta u objetivo, lo cual disminuye la credibilidad del banco central. La política monetaria es poco efectiva para combatir los efectos de los choques de oferta por eso su mecanismo de transmisión es a través de la demanda agregada, al incrementar la tasa de interés se retira circulante monetario en la proporción correspondiente a dicho incremento provocando incentivos para ahorrar, disminuye el consumo y, al cabo de 6 a 9 meses, se manifiestan los efectos positivos sobre la inflación.

Banco de México inició la semana anterior el regreso a la normalización monetaria incrementando en 25 puntos base la tasa de interés de referencia para dejarla en 4.25%. En su comunicado de prensa señaló que “se consideró necesario reforzar la postura monetaria a fin de evitar afectaciones en las expectativas de inflación, así como para lograr un ajuste ordenado de precios relativos y propiciar la convergencia de la inflación a la meta de 3%”. Con relación a los retardos en los efectos de la política monetaria la autoridad monetaria afirmó que “se estima que la inflación general converja a la meta de 3% en el tercer trimestre del 2022”.

Se pronostica que los bancos centrales de las economías desarrolladas no inicien su normalización monetaria este año como ya lo empezaron algunas economías emergentes entre las que destacan Brasil y ahora México. Apretar la política monetaria para frenar la inflación implica una tasa de sacrificio en términos de crecimiento que tal vez los países avanzados no están dispuestos a aceptar justo cuando sus economías están en plena recuperación.

El pasado 1 de julio Banxico publicó la Encuesta sobre Expectativas de los Expertos en Economía del Sector Privado (EEEESP) correspondiente a junio, resalta el incremento sobre las expectativas de inflación cuya mediana pasó de 5% y 3.61 en mayo a 5.6% y 3.7% en junio para 2021 y 2022, respectivamente. La buena noticia se relaciona con los pronósticos de crecimiento para la economía mexicana en el 2021 cuya mediana fue de 5.15% en mayo y de 5.8% en junio. Veremos cómo cambian las expectativas con este y los futuros incrementos en la tasa de interés de referencia, que dicho sea de paso se espera termine el año al menos en 4.5%.

El Subgobernador de Banxico, Jonathan Heath, afirmó en una entrevista para Norte Económico de Banorte que la inflación terminará arriba del 5% en este año; tomen sus precauciones.

cDr. Luis Alberto Bravo Pérez

Inteligencia Macroeconómica

Twitter: @IMacroeconomica

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