Reseña del 5 de mayo, el día en que la batalla de Puebla trajo gloria a México sobre Francia

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La batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862 representó un gran triunfo para México pues en ese entonces el ejército de Francia era considerado uno de los más poderosos. Los antecedentes de esta lucha, uno de los primeros puntos de la Segunda Intervención Francesa en México, tienen su origen en la situación social y política tras la Guerra de Reforma.

Benito Juárez suspendió en julio de 1861 temporalmente los pagos de la deuda extranjera con Inglaterra, Francia y España, lo que generó molestias con los gobiernos que inmediatamente dirigieron sus naves rumbo al puerto de Veracruz para hacer sus exigencias o invadir el territorio.

El 17 de diciembre llegaron los españoles, mientras el 7 de enero de 1862 arribaron los ingleses y los franceses. Los primeros llegan a acuerdos con las autoridades mexicanas, pero no así los franceses, quienes de acuerdo con la Secretaría de Telecomunicaciones y Transportes desembarcaron para iniciar la invasión.

“Nosotros tenemos sobre los mexicanos tal superioridad de raza, de organización, de disciplina, de moralidad y de elevación de sentimientos, que os aseguro, excelencia, que podeís decir al emperador que, manteniéndome a la cabeza de mis seis mil soldados, yo seré el amo de México”, escribió en una carta el general Lorencez al Ministro de Guerra en Francia.

El general Ignacio Zaragoza Seguin, nombrado Ministro de Guerra de abril a diciembre de 1861 por Benito Juárez, estaba al mando del ejército que tenía por objetivo impedir que los franceses continuaran avanzando. Esto lo llevó a verse frente a frente con los invasores el 28 de abril de 1862 en Acultzingo en la denominada Batalla de las Cumbres.

En esa lucha Zaragoza comprendió la posición defensiva y favorable que representaba la ciudad de Puebla por ser el paso obligado para llegar a la Ciudad de México.

Entonces, el 5 de mayo de 1862, el general da un discurso a sus soldados para infundirles valor: “Nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria”.

Miguel Negrete defiende por la izquierda; Felipe Berriozábal, por la derecha; Porfirio Díaz, junto a Zaragoza. La lucha de los alrededor de 2 mil mexicanos se extiende por varias horas. No solo eran soldados sino indígenas y guerreros de ascendencia mixta dispuestos a proteger el país.

De acuerdo con el gobierno del Estado de México se trató de una de las más duras batallas de la historia del país. Los franceses tuvieron más de 500 bajas mientras los mexicanos tuvieron unos 100.

El Archivo General de la Nación apunta que la victoria representó que un retraso en el plan de los conservadores, quienes volvieron al campo de batalla apoyados por las bayonetas francesas con la intención de instaurar el Segundo Imperio Mexicano.

Se trató de la primera vez que Francia, con el ejército más poderoso del mundo en ese momento, fue vencida después de casi medio siglo de victorias. Cuando los invasores se retiraban Zaragoza gritó: “Tras ellos, a perseguirlos, el triunfo es nuestro”

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