¿Inflación a la vista?

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En estos tiempos de pandemia los analistas económicos parecen encontrarse en un casino haciendo apuestas continuas sobre los valores futuros de las principales variables macroeconómicas como el crecimiento y la inflación. En este espacio les brindo las expectativas publicadas por Banco de México tanto de las encuestas de los especialistas en economía como de los informes trimestrales, no hay adivinanzas.

En esta ocasión pongo sobre la mesa la discusión sobre la política monetaria y fiscal llevada a cabo por Estados Unidos debido a que se han generado expectativas de inflación al alza para los próximos meses, situación que me parece natural en el marco de una crisis como la que estamos viviendo actualmente. A continuación les explico con detalle.

Los bancos centrales utilizan dos indicadores sumamente importantes para tomar decisiones en torno a sus tasas de interés de política monetaria: la brecha del producto y la brecha de la inflación. La primera toma en cuenta la diferencia entre el producto real y el potencial, este último es lo que debería producir la economía utilizando al 100% los factores de la producción, en otras palabras, es la capacidad instalada del país. Una brecha igual a cero significa que estamos produciendo lo máximo posible en un momento del tiempo, hablamos entonces de un resultado de largo plazo. Una brecha positiva representa una producción por encima de nuestra capacidad, también conocida como brecha inflacionaria. En presencia de una brecha negativa la economía produce menos de lo que debería y nos encontramos en una recesión o en una crisis. Tanto la brecha negativa como positiva son escenarios del corto plazo y dan lugar a los famosos ciclos económicos.

La brecha de la inflación es la diferencia entre la inflación observada y la meta de inflación determinada por cada banco central. Si la brecha es cero significa que la inflación es igual a su meta y la institución monetaria cumplió con su objetivo prioritario, una vez más estamos en precencia del largo plazo. La brecha positiva significa que la inflación observada es mayor a su objetivo, mientras que una negativa implica una inflación por debajo de su objetivo. En ambos casos nos referimos al corto plazo.

En un mundo económico perfecto, es decir, en ausencia de choques externos de oferta y demanda la economía debe estar en el punto de largo plazo, con ambas brechas en cero que dan lugar a una tasa de interés nominal compatible con estos valores. Si la economía se mantiene por esta senda el banco central no cambia su postura de política monetaria. La pandemia trajo consigo no solo un choque de oferta y demanda, sino también uno financiero, situación totalmente anormal. De hecho, la política monetaria no está diseñada para lidiar con todos los choques de manera simultánea, por eso le han llovido críticas por su supuesta incapacidad de sacar a las economías de la profunda crisis, lo cual me parece una visión incorrecta.

¿Qué estamos viviendo actualmente? Estamos ante una brecha negativa y bastante amplia, lo cual significa que estamos produciendo muy por debajo de nuestro potencial, cabe señalar que incluso nuestro PIB potencial también ha caído drásticamente. Estados Unidos tiene una brecha negativa tanto del producto como de la inflación, por esta razón la tasa de interés de los fondos federales está casi en cero y la tasa de interés real en terreno negativo. La idea es reactivar la economía abaratando el crédito, principalmente; sin embargo, la Reserva Federal (FED) utiliza otro mecanismo adicional llamado política monetaria no convencional, es decir, inyecta dinero al sistema financiero a través de la compra masiva de valores gubernamentales al público. Además, la Cámara de Representantes acaba de aprobar un rescate fiscal por 1.9 billones de dólares como medida para amortiguar la crisis.

La FED desde agosto del 2020 utiliza la “inflación promedio” como objetivo de política monetaria, ¿por qué?, porque en “promedio” la inflación está por debajo de su meta del 2% (aproximadamente 1.8%) y no existe forma de reducir la brecha negativa del producto sino es incrementando la cantidad de dinero y en consecuencia la inflación. Lo bueno es que tienen “margen de maniobra” hasta el punto en que el promedio iguale a la meta del 2%. Incluso la Junta de Gobierno ha mencionado que están dispuestos a tolerar un incremento de la inflación por arriba de la meta con tal de eliminar la brecha negativa del producto. Esta forma de conducir la política monetaria ha causado muchos debates porque se considera como inflacionista y, en efecto, por espacio de un trimestre la inflación se elevará, pero sin representar una amenaza en el futuro.

Conforme la brecha del producto se acerque a cero la política  monetaria comenzará a normalizarse y la tasa de interés de los fondos federales empezará a subir paulatinamente para evitar un sobrecalentamiento de la economía y que, efectivamente, la inflación se dispare. En el largo plazo la brecha se hace cero y la inflación regresará a su objetivo, es decir, también la brecha será cero. En otras palabras, el posible repunte de la inflación será meramente transitorio y acomodaticio.

Desafortunadamente Banxico no puede hacer lo mismo que la FED por dos motivos: el primero, no puede bajar demasiado la tasa de interés objetivo porque el diferencial de tasas con EEUU se hace pequeño y vuelve a nuestro país menos atractivo para los inversionistas en cartera e incluso podemos sufrir fugas de capitales que impliquen una depreciación del tipo de cambio y éste genere presiones sobre la inflación. Segundo, nuestra inflación promedio está en 4.3% muy por arriba del objetivo del 3% y, por si fuera poco, por arriba del límite superior del rango de variabilidad del 4%. Tercero, Banxico tiene un solo objetivo prioritario que es mantener una inflación baja y estable, mientras que la FED tiene como objetivo adicional el crecimiento económico. Sería muy costoso en términos de producto permitir que la inflación se incremente demasiado y que antes de cerrarse la brecha del producto Banxico se vea en la necesidad de subir la tasa de interés para regresar la inflación a su objetivo.

Mientras tanto, las expectativas de inflación de corto plazo están en 3.88% y las de mediano y largo plazo convergen al 3.5%. En relación al crecimiento económico, las expectativas se ubican entre el 3.5 y 4.5% para este año con una convergencia al 2% en el largo plazo. Desafortunadamente, el gobierno carece de una política económica contracíclica y las veladoras están prendidas para que Estados Unidos tenga un crecimiento aceptable e impulse la economía mexicana, el peor escenario sería una lenta recuperación de nuestro vecino del norte.

Quédate en casa esta semana santa para evitar otro cierre de la actividad económica en abril y mayo y la crisis se prolongue.

cDr. Luis Alberto Bravo Pérez

Twitter: @IMacroeconomica

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